Inteligencia ecológica: el concepto que podría ayudarnos a salvar el planeta
Uno de los desafíos más importantes que enfrenta nuestra sociedad es el impacto de la actividad del ser humano en el medio ambiente. Nuestro estilo de vida ha provocado que los recursos del planeta se agoten a un ritmo sorprendentemente rápido. Y los efectos que actualmente sufrimos son solo un vistazo de lo que podría venir.
¿Qué podemos hacer ante ello? Impulsar nuestra inteligencia ecológica.
El concepto tradicional de inteligencia se ha transformado a uno que abarca mucho más significado y cuestiones. Por ejemplo, hoy en día es más común escuchar términos como ‘inteligencia emocional’ o ‘inteligencia social’. Una de las variantes más recientes es este concepto clave para reducir nuestro impacto en el medio ambiente.
¿Qué es la inteligencia ecológica?
En 2009, Daniel Goleman (autor de trabajos sobre inteligencia emocional) propuso un nuevo concepto que desde entonces se ha vuelto muy significativo. Según Goleman, la inteligencia ecológica es la capacidad de comprender el impacto de nuestras acciones en el medio ambiente.
Esto quiere decir que alguien con inteligencia ecológica baja tendrá una comprensión muy escasa de las consecuencias que tendrán sus acciones en el medio ambiente, así como una capacidad limitada para cambiar su comportamiento como resultado de estas consecuencias. Por ejemplo, una persona así abusaría del uso del agua, arrojaría la basura a la calle o generaría una excesiva cantidad de desechos plásticos.
Por lo tanto, Goleman nos propone que comencemos a pensar más detenidamente en el impacto de nuestras acciones. Según el autor, cada pequeño comportamiento marca la diferencia. Comprar productos orgánicos o cuidar el agua puede ayudarnos a reducir nuestra “huella ambiental”, asegurando que nuestra existencia no amenace la supervivencia a largo plazo de nuestro planeta.
¿Cómo desarrollar nuestra inteligencia ecológica?
A medida que nos sumergimos en una cultura del consumo, cada vez se complica más nuestra capacidad para comprender nuestro impacto en el mundo que nos rodea.
Si queremos vivir una vida feliz y sostenible, es importante que hagamos un esfuerzo para fomentar nuestra inteligencia ecológica. Pero, ¿cómo podemos hacerlo?
La solución: aumenta tu conciencia.
La primera acción que debemos realizar para mejorar nuestra inteligencia ecológica es recopilar la mayor cantidad de información posible sobre nuestro impacto en el medio ambiente. Por diversas razones, la mayoría de nosotros no somos conscientes del impacto medioambiental de nuestro estilo de vida. No sabemos cuánto cuesta producir los alimentos que comemos, la ropa que compramos o el gasto que genera mantener nuestras casas o nuestros automóviles.
Por lo tanto, el primer paso para desarrollar nuestra inteligencia es ser más conscientes de lo que estamos haciendo. Esto significa reconocer las pequeñas acciones diarias que afectan a nuestro mundo. Es decir, ¿vas al trabajo en auto o en autobús? ¿Compras alimentos en un mercado local o va a un gran supermercado?
En pocas palabras, educarnos sobre la forma en que nuestros hábitos modernos influyen en la naturaleza y reflexionar sobre esos hábitos nos permitirá comenzar a desarrollar nuestra inteligencia ecológica.
El siguiente paso es un poco más difícil: hacer que nuestros hábitos sean más sostenibles. Esto podría llevarte años y requiere que transformemos completamente nuestro estilo de vida. Sin embargo, las recompensas son incomparables. Conseguiremos crear un mundo mejor para que las generaciones futuras.