
De Memoria: El populismo y la capitalización del descontento en como activos de la política mexicana

Por: Luis Fernando Heras Portillo
Desarrollador de negocios turísticos, comerciales e industriales.
Para comprender el presente de la política mexicana, es necesario mirar hacia atrás para recordar y analizar todos los sucesos y decisiones que nos llevaron a las circunstancias de la actualidad. Es el camino que ha recorrido nuestro país, nuestra sociedad, y no podemos olvidarlo o hacer como si nada hubiera pasado. Para construir el futuro, es fundamental recordar los capítulos de nuestra historia.
Haciendo acopio a la memoria, hay algunos pasajes de la historia contemporánea reciente que me gustaría destacar. Con esto me refiero a las últimas décadas del siglo XX, porque en estos años considero que existen cosas que tienen mucha lógica y mucha relación con lo que sucede hoy en día en la clase política mexicana.
Actualmente existe una discusión general sobre el sistema presidencial mexicano y el rumbo que tomará después de las elecciones de 2024, sobre si el partido en el poder está marcando un nuevo rumbo y realmente pretende transformar a México, o si las coincidencias que tiene su actuar con el pasado podrían llevarnos nuevamente al mismo destino.
Por eso, hay muchas coincidencias y expresiones que bien vale rescatar.
Por ejemplo, a finales de los años 80 se dio un movimiento muy interesante al interior del PRI, que en aquel entonces era el partido hegemónico. Si bien su “dictadura perfecta” terminó en el año 2000 con el triunfo de la oposición, 12 años antes ocurrieron algunos hechos determinantes para su futuro.
En 1987, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, exgobernador de Michoacán; Porfirio Muñoz Ledo, expresidente del PRI; Ifigenia Martínez, exembajadora, y un grupo importante de políticos abandonaron las filas del PRI tras exigir un proceso transparente para elegir al candidato presidencial. Con este movimiento causaron la primer fractura del partido, fundamentalmente por el peso que tenían estos personajes en la política mexicana.

Cuauhtémoc Cárdenas, hijo del expresidente Lázaro Cárdenas, buscaba ser candidato a la presidencia de la república. Pero cuando las cosas no sucedieron como esperaba, comenzó a oponerse a las decisiones autoritarias, a las imposiciones, a los dedazos y a la falta de democracia en general. Con ello empezó a generarse una corriente de opinión —originalmente llamada “Corriente Crítica”—, causándose un jaloneo interno que culminó con la salida de los tres personajes anteriormente mencionados.
Así es como nació el Frente Democrático Nacional, una coalición de fuerzas de izquierda que impulsaron la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas en las elecciones de 1988. Estas terminaron con una polémica derrota para Cárdenas frente a Carlos Salinas de Gortari con la famosa “caída del sistema”, cuando Manuel Bartlett era secretario de gobernación.
Sin embargo, los orígenes de este movimiento provocaron que un año más tarde se cosecharan los frutos de su esfuerzo. Y estos frutos no fueron necesariamente campañas presidenciales, sino el nacimiento de un nuevo partido político de izquierda, que en poco tiempo creció más de que lo que habían logrado otros de la misma corriente, como el Partido Comunista Mexicano (PCM) y el Partido Socialista Unificado de México (PSUM), el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), entre otros. Logró unificar a varias corrientes de izquierda que formaron una nueva fuerza política: el Partido de la Revolución Democrática (PRD).
Cuauhtémoc Cárdenas fue candidato de este partido en las elecciones de 1994 y 2000. Pero en 2006, sus intenciones de estar nuevamente en la contienda presidencial se vieron frustradas cuando el partido apoyó la candidatura de Andrés Manuel López Obrador, un personaje que en 1988 se unió a la Corriente Democrática y que también renunció a su militancia en el PRI.
Tras su derrota frente a Felipe Calderón, López Obrador se dedicó a recorrer México una y otra vez, ganando adeptos. Logró nuevamente la candidatura del PRD en 2012, y al ser derrotado continuó trabajando en el desarrollo de su asociación civil Movimiento de Regeneración Nacional, que en 2014 recibió su registro oficial como el partido político MORENA.

El caso de este partido fue distinto al del PRD. En 2015 nombraron a sus primeros candidatos, y en tan solo 3 años de actividad política, lograron conquistar la presidencia de la república en 2018, apoyados, nuevamente, por personajes que salieron del PRD tras la derrota del 2012 y que se sumaron a este movimiento directa o indirectamente junto con la izquierda política mexicana.
El gran acierto de López Obrador fue uno que hasta la fecha lo respalda. Desde sus inicios logró capitalizar todo el descontento de los mexicanos: de los priistas, panistas y perredistas que estaban descontentos, de toda la izquierda mexicana que siempre fue opositora y cuyo enemigo número uno siempre fue el PRI. Más tarde, con el triunfo del PAN en los años 2000 y 2006, este enemigo se transformó en el PRIAN.
Bajo esa capitalización del descontento y con el lenguaje que utilizaba (y utiliza) para decirle a la gente, al pueblo, que él iba a acabar con la corrupción, que iba a meter a la cárcel a todos los corruptos, que iba a transformar al país y para decirles a la gente todo lo que querían oír, es como en tan solo 3 años de logró sembrar frases, propuestas y críticas que se reflejaron en los resultados de las elecciones de 2018. Logró capitalizar la simpatía de un volumen enorme de mexicanos, con más de 30 millones de votos.

Pero este proceso tiene un nombre. Se le conoce como proceso populista, en el sentido de implementar diversas estrategias para conseguir la simpatía y apoyo de las clases populares, por ejemplo, al recitar discursos que solo mencionen las cosas, intereses y necesidades de la gente, al margen de lo que sea realmente posible y viable hacer cuando estés en el poder. Es un fenómeno interesante que está recorriendo muchos países del mundo, sobre todo de Centroamérica y Sudamérica.

Pero al respecto de las memorias aquí vertidas, ¿qué exenta a Morena y a otros partidos de que no suceda lo mismo a su interior? Como podemos observar, la historia tiende a repetirse, sobre todo si los protagonistas de sus capítulos actúan igual que sus predecesores. Con los movimientos y rumores de salidas de personajes importantes de sus partidos para migrar a otros, ¿qué escenario es el que encontraremos dentro de dos años? ¿Será posible anticiparlo echando una mirada hacia el pasado o tendremos la sorpresa de un futuro distinto y esperanzador?
Por eso es importante tener los antecedentes: capitalizar el descontento del pueblo siempre es un gran activo político.