¿Cómo le ha ido realmente a la naturaleza en 2020?
Para muchos, la pandemia ha significado una ralentización o disminución del apresurado ritmo de vida que llevábamos. Siempre yendo de aquí para allá, trabajando o estudiando, utilizando la tecnología para comunicarnos a distancia pero también para congregarnos.
Al ser un cambio tan drástico, representó un gran problema para algunas personas. Para otros, fue una oportunidad de mirar el lado positivo de las cosas, entre ellas el gran beneficio que podría obtener la naturaleza en nuestra ausencia, desde el retorno de diversas especies animales a las ciudades, el nacimiento de más plantas en zonas urbanas y también la reducción de las emisiones de dióxido de carbono en la atmósfera. Pero, ¿en realidad los beneficios del confinamiento en la naturaleza podrán ser duraderos? ¿Qué nos enseñan las crisis del pasado?
Emisiones de gases de efecto invernadero
Dado que la mayoría de las actividades económicas fueron puestas en pausa a principios del año, se esperaba una caída significativa de CO2 y otros gases de efecto invernadero. Si bien Global Carbon Project reportó una disminución del 7% en las emisiones de CO2, la misma organización advierte que las las cifras podrían recuperarse cuando termine la pandemia, pues la reducción de los gases depende, en gran medida, de las acciones que se emprendan en torno al tema.
No obstante, aún con la disminución de contaminación, 2020 está en camino de convertirse en uno de los años más cálidos registrados, siguiendo con una racha de seis años consecutivos, donde cada uno es más caluroso que el anterior. El aumento de la temperatura en el planeta provoca, entre otras cosas, eventos climáticos extremos. Así lo advirtió la ONU, al indicar que incendios forestales (como los ocurridos en Australia y Estados Unidos), ciclones, sequías e inundaciones podrían ocurrir con cada ves más fuerza, afectando no solo la vida de los seres humanos sino a la naturaleza en general.
Contaminación por plásticos
La pandemia también ha provocado un aumento en el consumo de plásticos de un solo uso, pues ante el riesgo de contagio, muchas personas prefieren ‘utilizar y desechar’ objetos como utensilios, botellas, cubrebocas y caretas de protección sanitaria, muchas de ellas fabricadas con plástico PPE (éter de polifenileno). Por ahora, la tecnología para reciclar este tipo de material es costosa y no se encuentra disponible en todo el mundo. Por lo tanto, aunque el uso de pantallas acrílicas ha ayudado al personal médico y a la sociedad en general a protegernos contra la enfermedad, el 2020 ha significado un retroceso en la lucha contra la contaminación por plástico, con consecuencias negativas para la vida silvestre, especialmente la vida marina.
Combustibles fósiles
Con la llegada de crisis económicas vienen cambios estructurales. Esto es lo que sucedió en la crisis del petróleo de los años 70. Con ella, la dependencia del petróleo disminuyó al tiempo en el que la sociedad migró hacia el uso de gas natural, lo que resultó en una caída en las emisiones de carbono, pues este emite entre 50 y 60 por ciento menos CO2 que el carbón o el petróleo.
Sin embargo, la crisis financiera del 2008 no tuvo el mismo resultado. Por el contrario, con los países luchando por recuperarse, las emisiones contaminantes aumentaron, alcanzando un máximo histórico en 2010. Dado que actualmente, los gobiernos de todo el mundo se encuentran implementando políticas para rescatar sus economías, las agendas de sustentabilidad podrían ser aplazadas. Además, empresas de petróleo de todo el mundo utilizan la situación actual como una excusa para solicitar rescates gubernamentales y flexibilidad en políticas y regulaciones ambientales, lo que retrasa la lucha contra el cambio climático.
Industria AEC (Arquitectura, Ingeniería y Construcción)
Muchos expertos consideran que la pandemia es una buena oportunidad para dar un vuelco en el rumbo de muchas industrias, como el transporte, donde el sector de la aviación ya está dando pasos hacia un futuro más sustentable, impulsando el hidrógeno como principal combustible para 2035. Pero sorprendentemente, el transporte representa el 14% de las emisiones globales. En comparación, la industria de la arquitectura, ingeniería y construcción (AEC por sus siglas en inglés) es responsable del 39% de los gases de efecto invernadero.
Por ejemplo, la producción de acero y hormigón, los dos materiales de construcción más comunes, genera el 10% de los gases de efecto invernadero anuales del mundo; por lo tanto, existe un fuerte imperativo de cambiar hacia alternativas más sostenibles. Además, la reutilización adaptativa, el reciclaje de materiales y el diseño desmontable deben convertirse en prácticas estándar para adoptar la innovación de manera rápida y programática.
A partir de ahora, la pandemia actual ha llevado principalmente a los(as) arquitectos(as) a cuestionar las tipologías espaciales. Para producir un cambio efectivo, la industria AEC necesita políticas y códigos de construcción que impongan principios de diseño sustentables para hacer una contribución significativa en la lucha contra el cambio climático.
Con información de ArchDaily por Andreea Cutieru.