La oportunidad histórica de México con la explotación del litio
Por: Luis Fernando Heras Portillo
Desarrollador de negocios turísticos, comerciales e industriales.
El litio, el llamado ‘oro blanco’ y uno de los minerales más cotizados de la actualidad, está generando grandes expectativas a nivel mundial. Por sus características, propiedades y usos, el litio juega un papel fundamental en el desarrollo de la industria tecnológica, conocida como ‘quinta revolución industrial’ o Industria 5.0.
En este tema, México, y particularmente Sonora, están en la mira por las reservas probables de 243 millones de toneladas del mineral en el municipio de Bacadéhuachi. Y aunque pareciera que el descubrimiento del yacimiento en 2018 viene a traer un cambio inmediato al país, la realidad es que la oportunidad se nos puede ir de las manos si no la aprovechamos de manera inteligente.
El litio es un metal blando que, gracias a sus propiedades conductoras de calor y electricidad, es utilizado en la producción de acumuladores de energía para la industria de la tecnología, principalmente en baterías de celulares, computadoras, dispositivos inalámbricos y vehículos eléctricos.
Actualmente, el ‘oro blanco’ tiene comparativos históricos en materia de precios con el ‘oro negro’, es decir, el petróleo. De acuerdo con información de la plataforma Trading Economics, la alta demanda del litio a nivel global provocó que el valor de este mineral alcanzara la cifra más alta de los últimos cinco años, con lo cual, las reservas de México sumaron un precio aproximado de 102 mil 326 millones de dólares.
Desde el punto de vista de la ciencia y de los cambios sociales, el ‘oro blanco’ viene a desplazar al ‘oro negro’, que tiene “sus días contados” por las políticas ambientales que se están implementando, tanto por gobiernos como por compañías multinacionales, con el objetivo de lograr cero emisiones de dióxido de carbono (CO2) para el año 2050. Por lo que podríamos afirmar que las energías fósiles, como el petróleo, ya “van de salida” para abrir paso al uso de energías renovables, industria en la que el litio es uno de los principales jugadores.
No obstante, a pesar de las grandes oportunidades que genera el litio para nuestro país, el Gobierno Federal ha continuado insistiendo en la nacionalización del litio a través de una paraestatal, cuyo posible nombre sea ‘Litiomex’ por la alusión hecha por el presidente Andrés Manuel López Obrador a principios del mes, que a su vez hace referencia a lo plasmado en la propuesta del senador Alejandro Armenta.
Pero ¿qué nos dice la historia al respecto?
En el pasado, México ha creado paraestatales para el aprovechamiento de sus recursos. Tenemos el caso de Uramex, para la exploración de uranio; Fertimex, para la producción de fertilizantes nitrogenados, y Pemex, para la exploración y explotación del petróleo. ¿Qué sucedió con ellas? Las dos primeras cerraron sin haber obtenido los resultados que esperaban, y la tercera está ‘quebrada’. A pesar de las lecciones que nos ha dejado el pasado, seguimos sin aprender de nuestros errores.
Sobre la industria petrolera, recordemos que esta tuvo su pico de crecimiento en la década de los años 40, después de la expropiación petrolera en 1938. El objetivo estaba fijado en la consolidación de la industria, al mismo tiempo que se exploraban nuevos yacimientos en estados como Veracruz, Tabasco y Campeche. En aquel entonces, México figuró entre los productores de petróleo a nivel mundial, manteniéndose de esta manera hasta la década de los 80.
Durante 40 años explotamos el petróleo, pero las malas decisiones de los presidentes de la República de aquellos años provocaron el nacimiento de la “política petrolera”, con decisiones gubernamentales frívolas y sin medidas de prevención ante posibles cambios en el mercado mundial. Nunca se pensó en el futuro, en qué iba a pasar cuando el petróleo ya no tuviera la misma utilidad o cuando ya no fuera productivo extraerlo, tal como está sucediendo en la actualidad debido al enfoque global para lograr la disminución de gases de efecto invernadero que afectan al medio ambiente.
México, quien en el pasado fue potencia petrolera, hoy en día ocupa la onceava posición del ranking mundial de World Energy Statistics, con un promedio de un millón 757 barriles diarios. Esta cifra es lejana a la de países como Estados Unidos (18.6 millones de barriles diarios), Arabia Saudita (10.8), Rusia (10.5), Canadá (5.2) China (4.8) y Emiratos Árabes Unidos (3.8).
Sobre este último país, me gustaría hacer una reflexión. Hace aproximadamente 20 años, Emiratos Árabes Unidos (EAU) tuvo la visión a futuro de que los excedentes del petróleo fueran destinados a la diversificación de su economía, precisamente con el objetivo de estar preparados ante cambios en la economía mundial. Por ello, invirtieron principalmente al turismo, a la creación de empresas financieras, al desarrollo inmobiliario y de nuevas ciudades. Es decir, a ‘sacarle jugo’ al petróleo mientras dure. Hoy, el país árabe es un gran portento del turismo en Abu Dhabi y Dubái, así como también de los desarrollos comerciales, inmobiliarios, financieros y tecnológicos a nivel mundial. Le apostaron al futuro y lo lograron.
Aquí, el llamado es a la reflexión. Estamos en el mejor momento para entender que el gobierno mexicano no cuenta con los recursos tecnológicos ni financieros para explorar y explotar apropiadamente el litio, y con ello obtener los resultados que nos permitan destinar ese capital a las mejores causas del país. Por ejemplo, la cantidad de personas en situación de pobreza ha ido incrementando año con año a pesar de los esfuerzos de los programas sociales, y estamos en un callejón sin salida. Sin embargo, nos encontramos en un dilema histórico que se repite una y otra vez: México es un gran país, más grande que sus problemas, cuenta con grandes reservas naturales —entre ellas las minerales como el caso del litio—, pero seguimos hundidos en la desesperanza.
En el caso de EAU —y lo reitero porque considero que su ejemplo es ideal para México—, designaron a expertos de otros países para que realizaran la extracción. No obstante, el 50% de la venta del petróleo era para la nación, y esos recursos fueron destinados al crecimiento de su economía. Pero si había pérdidas o no se lograba la extracción en algún campo petrolero, las consecuencias eran asumidas por las empresas que venían a invertir.
Dicho modelo es muy loable y puede ser repetido en México mediante alianzas público-privadas con empresas internacionales que tengan la capacidad probada para explotar el litio. Esto para procesarlo y sacarle todo el rendimiento posible hasta convertirlo en un producto final, ya sean baterías para celulares, computadoras, vehículos y más. No olvidemos que el litio en Sonora se encuentra en roca y su procesamiento representa todo un reto para expertos en la materia.
El mundo avanza de una manera veloz, dinámica y no espera a nadie. Está creciendo y tenemos esa gran oportunidad. No la desaprovechemos. Quedémonos con las utilidades y logremos que las comunidades y estados donde se encuentra el litio, como Sonora, reciban lo justo, lo que se merecen.
Con el oro blanco tenemos la gran oportunidad histórica de cambiar nuestras vidas y las vidas de las futuras generaciones. Pensemos muy bien lo que vamos a hacer. Es un buen momento para tener modelos macros que nos lleven a un nuevo nivel de progreso y crecimiento. Nuevamente, México tiene esa oportunidad.
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