Conoce la historia de la empresa mexicana que fabrica utensilios biodegradables con huesos de aguacate
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Luis Fernando Heras Portillo
El problema de la contaminación, no solamente en México sino que en todo el mundo, ha llegado a niveles críticos que requieren acciones urgentes por parte de todos los integrantes de la sociedad. Luis Fernando Heras Portillo nos comparte la inspiradora historia de un ingeniero mexicano que decidió poner el ejemplo, haciendo uso de su inteligencia y visión para darle al mundo una alternativa ecológica a los habituales utensilios de plástico desechable.
La contaminación generada por plásticos ha alcanzado niveles alarmantes, causando que emprendedores y compañías comiencen a crear productos que sean favorables para el medio ambiente.
Una de estas empresas es Biofase, dedicada a la fabricación de utensilios biodegradables que ayudan a reducir la contaminación y no afectan al planeta, ya que están hechos de huesos o semillas de aguacate.
Scott Munguía es un ingeniero mexicano egresado del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey. Cuando era estudiante, tenía un gran interés por la tecnología de bioplásticos, por lo que en 2011, logró aislar un biopolímero a partir de semillas de aguacate, un desarrollo tecnológico que le sirvió de base para su comenzar su aventura empresarial.
México es el mayor productor de aguacate del mundo, con más de un millón de toneladas anuales. Una parte importante se destina a alimentos procesados como el guacamole. Esto hace que se desechen cerca de 4 mil 700 toneladas de semilla al mes sólo en México. Una cantidad que, según Munguía, es suficiente para satisfacer hasta diez veces la demanda de bioplásticos del país.
En 2012 fundó Biofase, una empresa cuyo objetivo es el desarrollo de tecnologías en plástico biodegradable. Su rubro principal es la obtención de resinas a partir de las semillas de aguacate por medio de una tecnología exclusiva.
El proceso consiste en la extracción de un biopolímero que es transformado en termoplástico. Además de los utensilios como cucharas y tenedores, las resinas tienen una amplia gama de aplicaciones, desde bolsas y piezas rígidas, hasta contenedores de alimentos.
Su empresa ha sido tan innovadora, que el ingeniero fue seleccionado por el MIT Technology Review en 2015 como parte de los 35 proyectos innovadores creados por menores de 35 años.
Munguía considera que Biofase contribuye a mejorar su entorno. Los bioplásticos se degradan en menos de un año y tienen una vida útil cercana a los cuatro (en contraste con los plásticos comunes, que tardan más de un milenio). Además, el proceso no genera residuos peligrosos y la huella de carbono es sustancialmente menor debido al proceso de extracción de los polímeros.
Hasta ahora, Biofase tiene tres plantas ubicadas en Michoacán, con cerca de 250 empleados dedicados a la extracción de resinas y empaque. Manufactura entre 300 y 400 toneladas de cubiertos y popotes al año.
Aunque en México la producción de bioplásticos crece, la mayor demanda de biopolímeros proviene del extranjero. Según Scott, casi el 80% de sus productos se exportan a doce países, entre los que destacan Estados Unidos, España, Reino Unido y buena parte de Centroamérica.
Sin embargo Munguía piensa que este dato no es desesperanzador, sino alentador. “En México no vamos lento sino todo lo contrario, vamos muy rápido en cuanto a que los consumidores hoy exigen soluciones distintas al plástico”, comenta.
Con información de Nation, Verne y MIT Technology Review