La leyenda maya que explica el retorno de Kukulcán en otoño
Desde este miércoles 22 de septiembre hasta el próximo 21 de diciembre, el verano se despide en el hemisferio norte para dar paso al otoño, una época adorada por muchos por su clima, paisajes y por evocar nostálgicos recuerdos.
Pero en Yucatán, gracias al gran legado de conocimiento ancestral de los mayas, el cambio de estación se recibe con la visita del dios Kukulcán en la zona arqueológica de Chichén Itzá.
El fenómeno de la visita de la ‘serpiente emplumada‘ ocurre durante unas horas dos veces al año: en el equinoccio de primavera y en el de otoño.
El dios maya del viento y del agua llega puntual a Chichén Itzá proyectado como una sombra al borde de la escalinata de su morada, el Templo de Kukulcán, también conocido como El Castillo. Se trata de un fenómeno de luz y sombra que es proyectado por el sol de la tarde. Debido al movimiento de la Tierra alrededor del astro, se crea la ilusión de una serpiente que conformada por una sucesión de 7 triángulos que se arrastran descendiendo lentamente por la escalera.
El suceso puede apreciarse en la Chichén Itzá y parece no ser algo casual, sino que podría haber sido calculado por los mayas para servir también como un enorme calendario de 24 metros. No por nada, la pirámide cuenta con cuatro escalinatas que en total suman 365 escalones, uno por cada día del año, y mismas que conducen al templo de Kukulcán en la parte superior de la pirámide.
Es decir, los mayas conocían el momento exacto de la llegada del equinoccio y lo plasmaron a través de su magnífica arquitectura. Justamente en la base de la escalinata norte se encuentran dos inmensas cabezas de serpiente que hacen que el efecto sea aún mayor.
Para los mayas, Kukulcán era el dios más importante, equivalente a Quetzalcóatl para los aztecas. Era conocido como la ‘serpiente emplumada’ y representaba la unión entre la tierra, el aire, el agua y el sol. Dada su conexión con estos elementos naturales, se cree que los mayas atribuían su visita durante los equinoccios de primavera y verano para bendecir las cosechas.
Por tal motivo, a Kukulcán también se le consideraba un dios de la naturaleza y agricultura, y se le ha representado en imágenes relacionadas con el cultivo, como en plantíos de maíz.
Pero esta no es la única leyenda maya asociada a la pirámide de Chichén Itzá. Otro de los efectos que se le atribuyen a esta edificación es que, si te sitúas frente a ella y aplaudes, el sonido reverbera en los escalones y el eco que se produce se asemeja al canto de un quetzal, un ave de especial importancia para los mayas. De hecho, el apodo de Kukulcán se debe a que sus plumas eran precisamente las de quetzal.
El Templo de Kukulcán es un edificio considerado como calendarios de piedra, y la última fase de su construcción se realizó entre los años 1000 y 1300 d.C.
En 1988, la ciudad de Chichén Itzá fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, y en 2007 el Templo de Kukulcán fue elegido como una de las “Siete Nuevas Maravillas del Mundo Contemporáneo”.
Con información de Cancún Adventure, Pin and Travel y Noticieros Televisa