10 lecciones de vida que podemos aprender de los niños
¿Qué es lo que saben los niños que los adultos hemos olvidado? Si observas con atención, los niños tienen más confianza, son más valientes y disfrutan la vida al máximo.
En ocasiones podemos llegar a sentir que pasamos toda nuestra vida tratando de volver a ser quienes éramos de niños; pensamos que este es nuestro verdadero ‘yo’. Pero, aunque ya no somos niños, existen cosas que podemos aprender de nuestra juventud para que esa chispa prevalezca y nos traiga alegría en la edad adulta.
1. Cada día es un nuevo comienzo
¿Recuerdas la felicidad que sentías al salir de vacaciones escolares, realizado por haber culminado un año más? El descanso entre junio y septiembre parecía toda una vida. Porque cuando eres joven, el tiempo pasa más lento y cada día significa nuevas oportunidades para hacer nuevos amigos, explorar nuevas aventuras, descubrir nuevos conocimientos y mucho más. Los niños no cargan con el peso de los días anteriores. Cada día, empiezan de nuevo.
2. Las actividades creativas son divertidas
Los niños pueden pasar horas en proyectos creativos y divertirse en todo momento. Desde dibujar, pintar, jugar con plastilina y crear manualidades. Por alguna razón, a medida que crecemos, dejamos de tomar en cuenta este tipo de actividades como algo que nos divierta. ¿Cuántos adultos, además de los artistas, dibujan de forma habitual? Poner en práctica la creatividad puede ayudarnos a desarrollar nuevas ideas, despejar nuestra mente y relajarnos.
3. Ser valientes
Canta en voz alta. Baila cuando te apetezca. La vida de los niños parece ilimitada porque no está confinada por el miedo al fracaso o a la humillación. Caminan hacia adelante con esperanza y determinación porque no conocen nada mejor. No han sido derrotados, no han experimentado fracasos. Reciben la vida y todo lo que tiene que ofrecer con los brazos abiertos.
4. Ríe todos los días
Los niños tienen la admirable habilidad de encontrar alegría en todo lo que les rodea. Simplemente observa el buen humor que los niños tienen tanto en centros comerciales como parques. Ven cosas divertidas por todas partes y ríen sin temor.
5. Ser activos
Cuando eras joven, jugar al aire libre era lo más destacado de tu día. Corrías y perseguías a tus amigos hasta que te quedabas sin aliento. Saltabas y dabas volteretas de un lado a otro sin pensar en ello como si fuera ‘ejercicio’. Solo jugabas y lo hacías porque era divertido.
6. Hacer nuevos amigos
Los niños encuentran una gran felicidad en hacer nuevos amigos y jugar con ellos. Se unen a equipos de futbol, van a fiestas de cumpleaños, comienzan nuevas amistades en sus escuelas o cursos fuera de ella. Todas estas son formas en que los niños hacen nuevas amistades, adhiriéndose a la mentalidad de “cuánto más, mejor”, y los adultos podemos aprender de ellos.
7. Ser héroes
Cuando un niño te cuenta una historia sobre la escuela o la cancha deportiva, suele ser el héroe de su historia. El mundo gira en torno a ellos.A medida que envejecemos, evitamos ser engreídos o egoistas, pero terminamos minimizando nuestros logros. No queremos presumir, pero al hacerlo, a menudo nos inclinamos hacia el lado del autodesprecio. Nos humillamos para hacer que los demás se sientan mejor o para que podamos relacionarnos mejor.
8. Las cicatrices son insignias de honor
Cuando un niño se fractura un hueso, sabía que todos sus amigos firmarían el yeso. Se convierte en la superestrella de la clase. Si se caen y se cortan, todos quieren ver su cicatriz pues la llevan con orgullo. A medida que envejecemos, ocultamos nuestras cicatrices, ya sean externas o internas. Nuestras heridas se convierten en nuestros secretos. No queremos que nos vean como personas débiles o que se compadezcan de nosotros, así que no le decimos a nadie dónde nos duele. Pero los niños reconocen que las cicatrices no son signos de debilidad sino de fortaleza y supervivencia. Una historia y un logro que contar.
9. Probar cosas nuevas
Los niños no tienen miedo de practicar un deporte que nunca antes habían jugado. No temen saltar de un trampolín, de sumergirse en una piscina o de escalar una montaña. Como adultos, tememos a lo desconocido. Nos gusta sentirnos seguros en nuestra zona de confort y rara vez nos aventuramos a salir. Pero debemos recordar que la aventura nos alegra y despierta nuestro espíritu.
10. Prestar atención a las cosas pequeñas
A los niños les puede fascinar observar como camina un pequeño insecto, ver a las aves volar o incluso observar con detenimiento como caen las gotas de lluvia en el suelo. Algo simple que damos por sentado les brinda una inmensa alegría y una profunda inspiración. ¿Cuándo dejamos de notar los pequeños milagros de la vida que nos rodean a diario? ¿Qué tan hermosa sería la vida si pudiéramos volver a notar esos pequeños pero significativos detalles?
Vía Huffington Post