
Mitos y leyendas: El verdadero origen de ‘La Llorona’
Nuestro México está lleno de historias increíbles y leyendas que reflejan lo extraordinario, insólito y sobrenatural, pero también las formas de vida de las personas a través de los años.
En estas fechas, es común recordar la leyenda de La Llorona, ese personaje que ha sido retratado en obras artísticas, relatado en cuentos y novelas, interpretado en el cine y en el teatro, e incluso cantado en la famosa canción que lleva su nombre, en la que cada artista le añade su toque único.
Pero lo que popularmente se cuenta de La Llorona es que se trata del fantasma de una mujer que deambula las calles del Centro Histórico de la Ciudad de México, implorando por sus hijos, a quienes busca sin cesar tras enloquecer por haberlos asesinado. Otros dicen que solo aparece en lugares donde en algún momento corrió un río. Se dice que viste de blando y su larga cabellera cae sobre su rostro, cubriéndolo casi en su totalidad. Pero todas las versiones coinciden en que grita: “¡Ay mis hijos!”.
¿Bastante aterrador, cierto? Pues bien, quizás lo sea aún más el hecho de que su posible origen se remonta a la época prehispánica.
Su fundamento está en Cihuacóatl, diosa de la maternidad que era considerada auxiliadora de las mujeres en el momento del parto. Según la mitología mexica, Cihuacóatl era la madre de Mixcóatl, a quien abandonó para luego volver y llorar por su hijo perdido.

Sin embargo, su popularidad se debe a un antiguo presagio en el que fue partícipe. Alrededor del año 1500, los sacerdotes aztecas notaron la presencia de Cihuacóatl en el lago de Texcoco. Decían que había emergido de lo más profundo de las aguas para prevenir a su pueblo lo que se avecinaba: la llegada de los españoles.
Siendo también considerada como “la recolectora de almas”, el emperador Moctezuma temió lo peor. Los sacerdotes le advirtieron que Cihuacóatl había emergido del lago y bajado de la montaña para enviarles un mensaje, uno que se interpretó como de guerra y muerte.
Por lo que subieron al punto más alto del templo para observar el horizonte y ver al oriente una figura flotando, vestida de blanco y con el cabello hacia enfrente, desde donde gritó: “¡Ay mis hijos! ¿Dónde los llevaré para que escapen de tan funesto destino?

Los sacerdotes interpretaron su llanto como una advertencia de la caída del imperio mexica. La fantasmal aparición de la diosa Cihuacóatl, destrozada por el dolor y con una apariencia escalofriante, llenó de terror al pueblo de Tenochtitlan sin saber con exactitud qué es lo que sucedería.
De esta forma inició la leyenda de La Llorona, misma que ganó relevancia durante la época de la Colonia y, tras años de ser contada, ha sufrido modificaciones y variaciones, pero también han surgido otros personajes en distintas regiones del país cuya historia se cuenta muy similar a la versión de la mujer que, por despecho de amor, asesinó a sus hijos en la orilla de un río.
Hoy en día se vincula fuertemente con la celebración del Día de Muertos, pues se cree que en esta fecha regresa del más allá para ‘llorar’ por sus hijos.
Con información de National Geographic e INAH.