
Lecciones de emprendimiento que podemos aprender de la llegada del hombre a la Luna
Hace 50 años, la NASA logró lo que muchos pensaban imposible: que el hombre llegara a la Luna. Si bien algunos de nosotros no estábamos vivos para presenciar este increíble momento, podemos reflexionar y aprender valiosas lecciones sobre este acontecimiento.
El programa Apolo fue la mayor startup y emprendimiento en la historia de Estados Unidos. La NASA pudo lograr llegar a la Luna gracias al esfuerzo de más de 400 mil personas y cerca de 20 mil organizaciones. A continuación te presentamos algunas lecciones de Apollo que podrían inspirar a otros emprendedores para hacer sus propior «lanzamientos».
1. Piensa «dentro» de la caja
Cuando el presidente John F. Kennedy estableció el objetivo de aterrizar al hombre en la Luna en 1961, comprometió al país entero a hacer algo que nadie, incluida una NASA, sabía cómo lograr. La industria estadounidense no tenía las herramientas, equipos, trajes espaciales, tecnología informática, cohetes, instalaciones o experiencia para lograr tal hazaña. Y el desafío no era solo acerca de lo que sabían que «no tenían», sino también acerca de no saber qué es lo que necesitarían para alcanzar el éxito.
Apesar de la conicida metáfora de «pensar fuera de la caja» («Think outside the box») cuando de creatividad se trata, la NASA se dio cuenta de que la caja en sí misma era la clave del éxito. Dentro de esa caja estaban los valores profundamente arraigados y comprobados relacionados con lo que los ingenieros ya conocían: el diseño y desarrollo de una nave de alto rendimiento. La NASA sabía que estos fundamentos eran la clave para llegar a la Luna, no saliendo de la caja y comenzando desde cero, sino expandiéndola a través de un aprendizaje adicional, creatividad e innovación ilimitada; todo mientras se mantenía fiel a sus principios básicos de ingeniería.
2. El éxito es pegajoso
La creatividad es la capacidad de visualizar nuevas conexiones entre cosas que aún no se han conectado. Los grandes avances rara vez se basan en descubrir algo nuevo; más bien son el resultado de un «pensamiento pegajoso» que ocurre cuando las personas pegan cosas que ya conocen y con esto crean nuevas maneras de lograr resultados sorprendentes.
Los ingenieros, astronautas, administradores y otros «pensadores» de la NASA se basaron en gran medida en el pensamiento «pegajoso» durante el programa Apolo. Al conectar cosas que ya se encuentran dentro de su caja y agregar nuevas ideas, pudieron extender los principios desde la ingeniería de aviones a la creación de naves espaciales. Al igual que con cualquier buen plan de negocios, las mentes que trabajan en Apolo también pudieron visualizar posibles escenarios de «qué pasaría si…» y conexiones potenciales que pudieran ocurrir o no durante una misión, y a través de esto, desarrollaron planes de contingencia para superar cada uno de ellos.
Ya sea que Steve Jobs conecte el sentido de la moda al aburrido e incoloro mundo del diseño de computadoras o que Elon Musk invierta en lo inevitable del mañana, la imaginación y la capacidad de visualizar nuevas conexiones siempre ha sido un atributo clave para un emprendimiento efectivo.
3. Trabaja DURO, no INTELIGENTE
Con frecuencia, las escuelas de negocios enseñan los objetivos SMART para alcanzar el éxito: Específicos, medibles, alcanzables, realistas, basados en un periodo de tiempo (SMART: Specific, Measurable, Achievable, Realistic, Time-based).
Sin embargo, dos de esos elementos, «realistas» y «alcanzables», pueden limitar tu visión empresarial. Los logros innovadores rara vez resultan del pensamiento INTELIGENTE e «irte a lo seguro». Aterrizar humanos en la Luna fue extraordinario y requirió algo diferente. Exigía objetivos DUROS: objetivos honestos, accionables, radicales y detallados (HARD: Honest, Actionable, Radical, and Detailed).
Después del vuelo espacial de 15 minutos de Alan Shepard, Kennedy anunció el objetivo de aterrizar en la Luna dentro de ocho años y medio. Estaba en una competencia para vencer a los rusos, y su objetivo era claro, convincente y fácil de entender. También fue valiente y radical, especialmente a la luz de los problemas sociales y económicos que enfrentaba Estados Unidos en ese momento.
A pesar de la magnitud del programa, la NASA permitió a su equipo tomar riesgos calculados, hacer cosas inesperadas, mostrar iniciativa y utilizar el pensamiento creativo en la caja. A pesar del estrés y la presión de crear algo totalmente nuevo y radical, el liderazgo y la fuerza laboral de la NASA se mantuvieron enfocados y positivos a pesar de los graves contratiempos. Mantuvieron una cultura en la que todos serían escuchados, y en la que las decisiones eran tomadas y ejecutadas rápidamente.
Aterrizar a un hombre en la Luna fue una hazaña impresionante, pero el proceso para llegar allí fue aún mayor. Al permitir a los jóvenes «emprendedores» de la NASA y sus socios dar saltos gigantescos, forzando así la innovación necesaria para lograr el objetivo, la NASA marcó el comienzo de la era digital y el rápido crecimiento de las industrias de alta tecnología. Finalmente, miles de nuevas tecnologías y productos surgieron de Apolo, estableciendo nuevos mercados y empresas por un grupo de empresarios inspirados en este acontecimiento histórico.
Vía Entrepreneur