
Las enseñanzas de vida del gran Don Gilberto Gutiérrez Quiroz

Por: Luis Fernando Heras Portillo
Desarrollador de negocios turísticos, comerciales e industriales.
A través de los años, la vida me dado la oportunidad de vivir experiencias que aportan, cada una de ellas, al aprendizaje constante al que debemos estar sujetos. Por ellas me considero un hombre agradecido, de buena memoria y, sobre todo, entusiasta de las inspiradoras historias de superación personal; historias de personas cuya pasión por su vocación logra tocar la vida de muchos, haciendo que su conocimiento trascienda generaciones.
Por ello, hoy quiero hablar, con el corazón en la mano pero con conocimiento, de un gran sonorense, excepcional cajemense, a quien quiero, admiro y agradezco. Me refiero a Don Gilberto Gutiérrez Quiroz, un hombre emblemático que es toda una institución.

Gilberto Gutiérrez Quiroz nació el 4 de febrero de 1934 en Ciudad Obregón, Sonora. Tiene 87 años, de los cuales 60 los ha dedicado a labor docente en el Departamento de Sociología y Administración Pública de la Universidad de Sonora, campus Hermosillo. Por su excepcional trayectoria académica, recientemente recibió un reconocimiento por parte de la máxima casa de estudios de los sonorenses.
Al verlo sostener este cuadro con sus manos, con su cabeza blanca, su barba, su expresión hermosa, con un rostro lleno de emoción, pero sobre todo lleno de orgullo y de vergüenza (más adelante comprenderá esto último), no pude evitar soltar las lágrimas de la felicidad, porque además de su familia, creo conocerlo como nadie tras 40 años de escucharlo, tratarlo y disfrutarlo.
Hoy no vengo a narrar un curriculum vitae a detalle, sino a destacar las enseñanzas de un hombre que fue estudiante, notario, servidor público, que es profesor, esposo, padre de familia, abuelo, pero fundamentalmente, un gran maestro de la vida.

Con una gran facilidad para transmitir sus ideas, Don Gilberto Gutiérrez Quiroz ha compartido simbólicas frases que no solo han quedado en nuestra memoria, sino que también quedaron grabadas en nuestro pensar y actuar. En su materia de ‘Sistema Político Mexicano’, el profesor de la Licenciatura de Administración Pública y también de la Licenciatura en Derecho, soltaba sus frases de manera muy natural y posteriormente las explicaba.
Decía: “Este país aguanta eso y mucho más”. Y vaya que la frase continúa vigente para reflejar lo que nuestro México ha vivido en los últimos años, con los gobiernos más recientes. También decía: “El poder se ejerce, no se comparte”, y nos daba toda una explicación de por qué lo consideraba así. Mencionaba, además: “Cada presidente de la república, cada gobernador y cada alcalde tiene su estilo personal de gobernar”, puesto que cuando llegan a ese cargo, como es uno de los momentos más importantes de sus vidas personales, es cuando pasan a convertirse de personas a ‘semidioses’, cuando vienen del mismo lugar de dónde venimos todos.
Una de sus frases más interesantes era: “Todo ser humano tiene un cachito de poder y lo ejerce”. Desde quien está vendiendo un boleto y el guardia que está en la entrada controlando el acceso a un lugar, hasta los gobernantes y presidentes, todos ejercen su poder.

“Este país aguanta eso y mucho más”.
— Gilberto Gutiérrez Quiroz.
El reconocimiento que Don Gilberto recibió por parte de la Universidad de Sonora felicita la labor realizada por quien es todo un decano de la academia y de la enseñanza. Es uno de tantos agradecimientos a los aportes que ha realizado a la sociedad. Una calle de Hermosillo lleva su nombre, develada en 2018. Estos reconocimientos se suman a los que ha recibido a lo largo de su vida, incluyendo aquellos de quienes fuimos sus alumnos.

Como lo mencioné en párrafos anteriores, Don Gilberto fue notario público, extraordinario en su labor al igual que todo puesto que desempeña. Es de los que hacía las cosas “a pie”. Recuerdo cuando iba a visitarlo a la notaría, él tenía montones de papeles y revisaba con mucho detalle cada una de las escrituras. Me decía: “mira, muchacho, esto no es juego. Tengo la gran responsabilidad de dar fe pública, y si yo firmo un papelito aquí y algo está mal, le estoy fallando a mi país”. Me lo decía con una seriedad que reflejaba el gran sentido de responsabilidad profesional que Don Gilberto ha tenido toda su vida. Un hombre cuyos principios le permitieron ser congruente en todos los sentidos.

“Lo más importante en la vida es ser alguien”.
— Gilberto Gutiérrez Quiroz.
Hacedor de generaciones de administradores públicos y de abogados en la Universidad de Sonora, también de notarios y funcionarios públicos, pero, sobre todo, de personas de bien. Además de sus virtudes, cualidades y talento, es uno de los pocos políticos de los que jamás en mi vida he escuchado un mal comentario sobre su desempeño en los cargos que ha ocupado como senador, diputado federal y presidente del PRI Estatal. Nunca he escuchado un mal comentario de su honestidad, capacidad o de que no ha hecho las cosas apropiadamente. Nunca, y eso me llena de orgullo.

Finalmente, como parte de este homenaje, quiero destacar tres expresiones que han marcado mi vida, y seguramente la de muchos que me leen:
La primera es: “Hay que ser personas con vergüenza”. Uno siempre asocia lo de ‘vergüenza’ con el concepto de ‘sinvergüenza’, cuando es al revés: con vergüenza. Él decía, “en el ejercicio de tu responsabilidad, tienes que hacer las cosas con la vergüenza que te daría si tu familia se enterara que haces algo mal”, sobre todo en las responsabilidades públicas o cuando tienes autoridad. A esto le añadía: “Todos, después de los 13 años de edad, sabemos qué es lo que está bien y lo que está mal en la vida”. Y cuánta razón tiene Don Gilberto, todos lo sabemos.
Su otra gran frase es: “Hay dos reglas de oro en la política mexicana: la lealtad y la disciplina”. Lealtad para quien te dio la oportunidad de ocupar la responsabilidad que tienes ahora y de poder obtener el ingreso suficiente para llevar alimento a tu familia, y disciplina para trabajar todas las horas que sean necesarias para el cumplimiento de tu deber. La frase no solo aplica a políticos sino también a los hombres y mujeres de negocios, empresarios, profesionistas y, en general, para todos. Es la cultura del esfuerzo que se sustenta en esas dos reglas.
Por último, su tercera aportación la adopté como mía, y esto les consta no solo a mis hijos sino a quienes trabajan conmigo o con quienes cohabito ocasionalmente. Don Gilberto preguntaba, particularmente a jóvenes entre 18 y 23 años que cursaban la universidad: “¿Saben qué es lo más importante en la vida, después de Dios?”. Lo preguntaba con enjundia, como el buen orador que ha sido siempre. Nos preguntaba para que todos dijéramos las ocurrencias que pensábamos, pero nadie le atinaba. Después respondía: “Lo más importante en la vida es ser alguien”. Muchos aspiran a ganar dinero, tener bienes muebles e inmuebles, ocupar cargos importantes, pero ser alguien te ayudará a tener todo esto de manera natural. Ser alguien implica trabajar, estudiar, dedicarte a hacerlo con entrega y pasión.
El profesor insistía mucho en que debíamos ser apasionados del trabajo para hacer las cosas bien, y quien lo haga le irá bien. Aconsejaba: “Nunca dejes de seguir aprendiendo ni dejes de trabajar con dignidad, con decoro, con honradez y con vergüenza personal”. Ese es Don Gilberto Gutiérrez Quiroz.
Espero que esto sea un testimonio mínimo de un hombre que es mucho para mí, pero también es mucho para cientos de sonorenses que pasaron por las armas del conocimiento y talento de un hombre sabio, querido, con vergüenza. De un hombre que ama a México y a Sonora. Me consta.