Pitayo chirinola, el cactus mexicano que camina por el desierto
Foto: José Luis Leon de la Luz.
Por lo general, las plantas terrestres nacen, crecen, se reproducen y mueren en el mismo sitio en el que germinaron (a no ser que las movamos de sitio para reforestar o decorar). Por lo que la idea de plantas que caminan suena como algo salido de un cuento de hadas.
Pero nuestro México mágico tiene de todo en cuanto a biodiversidad, y el pitayo chirinola es una de sus especies más inusuales.
Su nombre científico es Stenocereus eruca. Es un cactus endémico de Baja California Sur y es el único de toda la diversidad de especies que habitan en las zonas áridas de México, que no crece erecto. Crece de manera paralela al suelo y en dirección al sol.
Por testimonios de los habitantes de la región se sabe que la chirinola florece en noviembre y su flor abre solo por las noches, por lo que no existe registro fotográfico oficial de ellas.
Su tallo es color gris y tiene numerosas espinas. La planta completa llega a tener una longitud de 10 a 15 metros. Es pariente de la pitaya dulce (Stenocereus thurberi) y de la pitaya agria (Stenocereus gummosus) con la que tiene mayor semejanza pues los brazos de esta especie son alargados y tienden a crecer buscando el suelo.
Pero, ¿cómo es que camina? El desarrollo de esta planta es muy peculiar. Cuando nace, va creciendo y aumenta su longitud en un extremo mientras que muere lentamente en el otro, con nuevas raíces que crecen en la parte inferior del tallo, mismas que son muy pequeñas y no requieren penetrar el suelo para buscar nutrientes. La sección del tallo que “muere” sirve como alimento para que el pitayo chirinola pueda continuar con su camino. Por ello, a esta planta también se le conoce como “cactus oruga”.
De acuerdo con Luis León de la Luz, Investigador del Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste, en Baja California Sur y experto en este cactus, un individuo que vive alrededor de 100 años logra desplazarse de 5 a 10 metros desde el punto original hasta el punto donde muere.
En cuando a las características de su hábitat, el pitayo chirinola crece en suelos áridos y en un ambiente con niveles de salinidad específicos, por lo que la cercanía con el Pacífico Mexicano es ideal.
Por su inusual naturaleza, el cactus se ha convertido en el blanco de los coleccionistas de plantas, quienes acuden al desierto buscando algunos ejemplares para llevarlos a casa. Según el portal México Desconocido, un ejemplar de esta planta se llega a cotizar entre $4,000 y $5,000 dólares en el mercado negro, siendo su principal destino Europa.
También los ganaderos y agricultores locales han sido uno de los factores que amenazan la especie, quienes han retirado los pitayos de sus territorios porque dañan al ganado o estorban en los cultivos.
Hace algunos años, la especie se encontraba protegida por la NOM-059 SEMARNAT-2010, bajo la categoría de Amenazada y ocupaba un sitio en la Lista Roja de Especies en peligro de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Con información de CONAFOR, México Desconocido y Naturalista.