¿Por qué comemos pan de muerto? Conoce el origen de este delicioso manjar mexicano
Por: Roxana Fierros G.
Dulce, esponjoso y lleno de sabor. Estos son solo algunos de los motivos por los cuales año con año los mexicanos esperamos con ansias el pan de muerto, un postre mexicano que, por su popularidad, pareciera que cada vez sale antes del horno para cumplir con la creciente demanda. (Con suerte, algún día estará disponible los 365 días del año).
Ya sea de receta artesanal, de panadería o de supermercado, comer pan de muerto es una tradición que se acompaña con una taza de buen chocolate, café y un clima otoñal ligeramente frío, característico de los últimos días de octubre y los primeros de noviembre, en la víspera del Día de Muertos.
Para los curiosos que observan con atención sus bocadillos, seguro han notado que la forma del pan de muerto es muy peculiar: es redondo, tiene una ‘bolita‘ de pan en la parte superior, franjas en los costados y en ocasiones está bañado de azúcar de caña. ¿Sabes a qué se debe? Cada elemento de este pan tiene su historia y significado, y para que no te quedes con la duda, aquí te contamos todo.
Tradición ancestral
Se dice que el pan de muerto tuvo su origen en la época de la Conquista, en 1519, cuando los españoles observaron los rituales y el modo de vida de los pueblos originarios de Mesoamérica. Uno de ellos eran los sacrificios humanos que se realizaban para regalar una ofrenda a los dioses. Los españoles notaron que una parte importante del ritual era sacar el corazón de una doncella sacrificada y depositarlo dentro de una olla llena de amaranto para regalarlo a las deidades de la mitología mexica.
Aunque les pareció interesante, los españoles rechazaron todo tipo de sacrificios, y en cambio comenzaron a elaborar un pan de trigo en forma de corazón cubierto de azúcar color rojo para sustituir la práctica. Así surgió el primer pan de muerto.
De acuerdo con algunos historiadores y cronistas de la gastronomía mexicana, la industria del pan en nuestro país comenzó en el siglo XVIII, influenciada por la cultura europea. Aunque las primeras recetas de pan eran simples, con el tiempo se le fueron agregando sabores y elementos típicos de México.
Así fue como el pan de muerto comenzó a transformarse en lo que conocemos ahora: una delicia sabor mantequilla a la que, dependiendo de la región donde se fabrique, puede tener matices de naranja, canela y ajonjolí.
Elementos del pan de muerto
Aunque hoy en día lo podemos encontrar relleno de crema de avellanas, mermelada, queso crema y más, el pan de muerto comparte la característica de conservar sus elementos tradicionales:
- Su forma circular representa el ciclo de la vida y la muerte
- La bolita superior es un cráneo
- Las franjas laterales son en realidad cuatro ‘huesitos‘ que simbolizan el esqueleto humano, colocados en forma de cruz para hacer referencia tanto a los cuatro puntos cardinales (señalados para los dioses Tezcatlipoca, Tláloc, Quetzalcóatl y Xipetotec), como a la religión católica que profesa la gran mayoría de los mexicanos.
- El sabor a azahar (flor de naranjo) se relaciona con el recuerdo de quienes ya no nos acompañan en vida.
- El azúcar simboliza el amaranto utilizado por los mexicas durante sus rituales.
Sin embargo, no existe una receta única para el pan de muerto. Gracias al ingenio de los mexicanos y el amor por sus tradiciones, cada estado añade u omite ingredientes. Por ejemplo, en Puebla y Michoacán el pan es cubierto con semillas de ajonjolí en vez de azúcar. En Oaxaca, es conocido como ‘pan de yema’ y es decorado como alfeñique. En la zona mixteca, el pan de muerto es espolvoreado con azúcar roja para continuar con la tradición de las ofrendas. Finalmente, en la Ciudad de México se popularizó el pan vainilla relleno de chocolate y cubierto con nuez.
Pero, sin importar su versión, el pan de muerto es una delicia que nos une para celebrar una alegre tradición en la que se recuerda a nuestros difuntos, quizás con un poco de tristeza o nostalgia en nuestros corazones, pero siempre con una sonrisa en el rostro.
Con información de INAH, Informador, Muy Interesante y Gourmet. Fotografía de portada: Rodrigo Díaz vía Flickr.