El pueblo de Óputo en el tiempo y en la historia
Por: Nestor Fierros Moreno
Antes de irnos a recordar la historia de nuestro pueblo, vamos a hacer, un pequeño recorrido por los pueblos del río Bavispe a manera de introducción de este trabajo.
Hay una noticia de que en 1610, un franciscano llamado Mancos o Marcos estuvo en Bavispe, Bácerac y Tamichopa y que entonces eran rancherías pobladas por ópatas Cohuinanchis. De ser cierta esta noticia, tendríamos aquí al primer misionero de Sonora, anterior al padre Pedro Méndez, que llegó a Sonora por el sur en 1614.
Este fray Marcos, era uno de esos frailes andariegos que en ese tiempo pasaban por Casas Grandes con rumbo a Nuevo México; éste misionero trashumante se perdió en la sierra yendo a dar a lo que hoy es Bacerac, de allí lo condujeron los mismos ópatas al Paso del Norte (hoy El Paso, Texas).
Este típico vagabundo del Reino dé Dios estuvo poco en esa región. En ese mismo año de 1610, se fue. Sin embargo, fue también un franciscano el que estableció la primera misión en Bavispe y Bacerac: fray Silvestre Cárdenas, de los que trajo Perea; pero este misionero llegó allí en 1642.
Lo siguió también el franciscano Juan Suárez, de 1646 a 1649. (Paul Roca; Panths of the Padres Trougth Sonora).
Una vez retirados los franciscanos por orden real, los jesuitas que venían del sur, se hicieron cargo de las misiones del río Bavispe. El padre Cristóbal García visitó esos pueblos en 1645. Los ópatas de allí pedían un misionero.
En 1646, el misionero Marcos del Río se estableció en Huásabas y los indios se congregaron en cuatro pueblos: Huásabas, Oputho, Bacadéhuachi y Nácori Chico.
El primer jesuita residente en Bacadéhuachi, fue Juan Betancourt, y atendía también Nácori Chico y Serva. En 1678 el padre Luis Dávila se hizo cargo de Nácori y visitaba además Serva, Móchopa y Sátachi.
En 1696 el Padre Kino, que venia de México, se desvió en El Coyote para ir a visitar a los padres de Bacadéhuachi y Nácori; esta deferencia le salvo la vida, pues cuando regresó encontró a todos los soldados muertos, junto con el capitán León. Los terribles apaches estaban en todas partes. (Amanecer en Sonora, Cruz G. Acuña).
En 1653 llegó el primer jesuita residente a Bacerac Antonio Flores y atendía Bavispe, Huachinera y Tamichópa. Todos estos pueblos, excepto Tamichopa que el Domingo de Ramos de 1758 casi fue borrado del mapa por los apáches, subsistieron gracias a que lucharon constantemente contra sus eternos enenigos.
El Pueblo de Oputho fue fundado el 8 de octubre de 1645 por el misionero jesuita Marcos del Río, de origen flamenco o belga; había en la misión de Oposura -hoy Moctezuma- un misionero también flamenco llamado Egidio de Montefrio y fundó la misión de Cumupa -Cumpas- (Lugar de Cumaros).
En cuanto al nombre de Marcos del Río era Mark Van Der Veken y el de Montefrio era el de Gilles de Fiodermont, quién exploró la región de Nacozari y que en 1660 fundaría a Nuestra Señora del Rosario de Nacozari -Nopal Seco-.
Opotho u Opothu se transformó durante la Conquista en Oputho, tomando dicho nombre por un manchón de »palo fierro» que hay en la parte occidental del pueblo a la orilla del arroyo que lo parte en dos.
Con ese nombre permaneció por espacio de 300 años, hasta que le pusieron el apodo que hoy ostenta como una bofetada a la tradición de nuestros antepasados, atropellando la historia y nuestras costumbres …..Villa hidalgo…¿Para que?…¿Con qué objeto? ….el tiempo lo dirá.
Sus primitivos habitantes eran indios ópatas de la familia de los Cohuinanchis.
El origen de la palabra es ópata: OPO, palo fierro y THO o THU indica lugar y por consiguiente el nombre es: En el Palo Fierro o ya en una forma mas castiza: Palofierral.
En 1688 se le conocía como San Ignacio de Oputho con 624 habitantes, la mayoría eran ópatas y uno que otro mestizo y eran atendidos por un misionero jesuita dependiendo tanto en lo político y religioso de Huásabas. (Cartas Arnnuas de los Rectorados).
En el siglo XVIII, había un convento llamado como San Ignacio de Loyola y estaba dedicado exclusivamente a la educación de los niños indígenas. De 1775 a 1786 estuvo a cargo del Padre Ventura Gutiérrez y la misión y el convento eran considerados como el centro de la opateria.
El convento estaba donde se levanto hoy la iglesia; anteriormente ésta se levantaba donde se encuentra la escuela primaria. Fue hasta 1862 cuando se edificó la actual iglesia.
Varias veces los habitantes tuvieron que abandonar el lugar a causa de los constantes ataques de los apaches. En 1862 se pobló el lugar en forma definitiva con la ayuda que les facilitó el gobierno del Estado, proporcionándoles armas, aperos de labranza y todo lo necesario. Entonces fue cuando se edificó la actual iglesia y el lugar que ocupaba se transformó en escuela, lugar donde abrevamos las luces del saber muchos de nosotros, de los que nacimos en esa tierra; por cierto que cuando se repobló el lugar, todos estos edificios se encontraban en ruinas.
De Huásabas vinieron 25 familias a repoblar el lugar, entre éstas familias se contaban Ramón Ramírez, Florentino Salcido, Santiago Rios, Manuel Ramirez -El Pato- Miguel, Octaviano y Julian Durazo, Manuel Moreno y varios más que escapan a mi memoria; además un destacamento de soldados al mando de Sacramento Fierros y como subalternos venían Pablo Durazo y Sacramento Barba.
El hombre primitivo dejó sus huellas al poniente de la población, en algunos jeroglíficos y petroglifos grabados en las peñas y en una cueva que se encuentra en La Agua Caliente, (Tetabam en ópata).
¿Que mensaje dejaron nuestros antepasados en esos grabados? Nadie lo sabe mas al sur, en la vega del río, se han encontrado pedazos de cerámica; al parecer es una urna funeraria y existen otros indicios que no han sido debidamente estudiados y que tal vez, nos dirán muchas cosas del hombre autóctono.
El pueblo de Oputho fue elevado, a la categoría de municipalidad por Decreto expedido en la ciudad de Ures, que entonces era la capital del Estado el 3 de diciembre de 1874, siendo gobernador provisional el Lic. Joaquin B. Astiazarán. El primer presidente municipal fue el señor Manuel Moreno Mayén.
En la revolución maderista, la mayoría de la gente era de ideas revolucionarias; cuando se tuvo noticias de los Talamante en Sahuaripa, el Prefecto del Distrito Francisco A. Chiapa levantó en Oputho 20 «voluntarios» para ir a combatir a aquellos.
Entre los que se encontraban Antonio Durazo, Plutarco Arvayo, Prisciliano Rojas, José Muñoz, Emilio Fierros (mi padre), Feliciano Martínez y varios más. Todos ellos eran maderistas de convicción, por eso los enganchó para tenerlos controlados. A la hora del combate, todos cumplieron como buenos, después, la mayoría desertó o se unieron a las filas revolucionarias.
Los maderistas más notables de Oputho eran: Francisco A. Langston, Alfonso Durazo y Florentino Valencia.
Este ultimo estuvo en varios combates alcanzó el grado de Mayor en la revolución al lado de Calles; estuvo también en Anivácachi, Cabullona, Paredes y en el sitio de Agua Prieta en 1915. Alfonso Durazo introducía con un hatajo de mulas bastimentos a la plaza de Agua Prieta, principal reducto de Calles; en cuanto el señor Francisco A. Langston fue el primer diputado maderista por el Distrito de Moctezuma y formaba parte del Congreso Local que desconocio a ‘Vitoriano Huerta como Presidente de México en 1913.
En el régimen del licenciado Luis Encinas hubo otro diputado nativo de nuestro pueblo; él fue don Ignacio D. Fierros y era muy conocido en el PRI donde dejó muy buenos recuerdos.
De trascedental importancia en los mitos de nuestro pueblo, es el combate librado el 23 de agosto de 1912 contra una partida de «colorados» orozquistas. Un grupo de 35 vecinos, la mayoría veteranos del maderismo y también uno que otro que habían combatido a los apaches, se enfrentaron a más de doscientos colorados por más de cuatro horas. Y si no se les hubiera acabado el parque, los colorados no entran al pueblo; viéndose obligados los defensores a buscar refugio en la sierra, a excepción de unos que cayeron en poder de los colorados, y hubo de pagarse un rescate de 100 pesos por su liberación.
En el tiempo del Imperio, en este lugar se fusiló al último rebelde: Salvador Vázquez Este señor anduvo alzado en contra del republicanismo después que terminó el citado Imperio; hasta que fue sorprendido junto con un grupo de descontentos el 12 de junio de 1868 por don Francisco Fimbres, de las fuerzas del Prefecto Román Vázquez, fue fusilado a un lado de la puerta del Ayuntamiento de Oputho, en unión de dos de sus compañeros de la aventura.(La Frontera Nónada, Hector Aguilar Camin).
La primera carretera que hubo en nuestro municipio se construyó en 1926, para comunicar éste pueblo con el de Huásabas. Era presidente municipal el señor Laureano Moreno y se integró además, un comité formado por: Benjamin G. Durazo como presidente; Lizandro D. Fierros como Secretario; Ricardo Durazo como tesorero. Como Vocales: Ramón Ruiz, Pedro P. Rios, Benito Barba y Francisco M. Rios.
El costo de la obra fue de 5 mil 476 Pesos y que el pueblo sufragó sin la ayuda de afuera, pues, aunque los de Huásabas se comprometieron ayudar, nunca intentaron hacerlo.
Fue en los años cuarenta, cuando se construyó el camino de Oputho a Nacozari. Este trabajo se hizo con la colaboración de todos los vecinos que aportaron cada quien a la medida de sus posibilidades.
Unos con herramientas, otros con materiales y trabajo, en fin; cada quién aportó lo que pudo a incluyéndose también una raquítica ayuda de 8 mil pesos por parte del gobierno del Estado; y otra del Ayuntamiento de Nacozari que presidía Felizardo Cázares. El presidente de Oputho en ese tiempo era el señor José Jesús R. Rios.
En el año de 1947, se empezaron los trabajos para la instalación de una escuela secundaria, que en sus primeros años funcionó por cuenta de los habitantes del pueblo. Para eso, se formó un comité Pro-Secundaria y se encontraba integrado por las siguientes personas: Presidente José Pedro Durazo, Secretario Raúl Romero y como Tesorero don Ruben Romero; además de 4 vocales. Así pues, empezó a funcionar nuestra secundaria bajo la dirección del Profesor Gilberto Pacheco Castillo; los maestros de la primaria como catedráticos, tenían el apoyo irrestricto del C. Presidente Municipal don Manuel Acuña Robles.
Ahora refiriéndose al cambio de nombre del pueblo, o más bien al «apodo» que hoy ostenta desde 1965, en que un grupo de personas determinaron cambiarle el nombre y quién sabe con que objeto. Se discutía que dicho nombre se escuchaba mal y se prestaba a interpretaciones de gente morbosa e ignorante.
Más malo es pasar sobre nuestras tradiciones que nos legaron nuestros antepasados, que si supieron luchar para engrandecer a nuestro pueblo y defenderlo cuantas veces se hizo necesario.
¿Que no es falta de conocimientos históricos cambiarle el nombre a un lugar nomas porque tiene un fonema que se presta a malas interpretaciones de gente ignorante? Eso es propio de gente morbosa que solo piensa en cosas incongruentes. ¿No lo cree usted así?
Para formar estos apuntes, me he inspirado en el cariño que tengo por mi tierra natal, y he tratado de hilvanar estos mal vertidos conceptos en homenaje a nuestros antepasados. Esta corta explicación obedece a mi devota memoria por los viejos de mi tierra; por las raíces, los troncos y todo lo bueno que hubo en ellos.
Por sus retoños también que cumplieron como buenos y bajaron a la tumba, leales a su destino; por los que quedamos para imitar su ejemplo de desinterés, de valentía, fuerza física y moral, elevado carácter y altos valores humanos.
Todo lo que podamos estudiar de nuestros antepasados nos robustece y nos alienta a seguir imitándoles su ejemplo, que es el de buscar el bienestar de nuestra comunidad.
En este lugar hemos nacido, hemos crecido, hemos vivido, hemos gozado , hemos sufrido y hemos amado. En este rincón del mundo, cuna de nuestras ilusiones, de nuestro devenir; en este lugar reposan los restos de nuestros abuelos, de nuestros padres, hermanos y amigos y parientes; cubiertos por esta tierra bendita que ellos supieron engrandecer con sus acciones y con su coraje la hicieron fructificar.
Tierra generosa que algún día nos cubrirá también a nosotros; a los buenos, a los malos, porque esta tierra no distingue a nadie, alimenta a todos y a todos cobija en su seno cuando rendimos el postrer tributo.
En estos cortos apuntes, invito a los habitantes de mi pueblo a repasar su propia existencia que narra la vida de nuestro pueblo, de nuestro Estado y de nuestro México.
Jóvenes estudiantes, a ustedes les toca recoger e incrementar la tradición de nuestros abuelos, para engrandecer esta tierra que nos vio nacer y los altos Valores Humanos que nuestros antepasados nos legaron tan dignamente.
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