¿Litiomex o LitioSon? La riqueza del litio debe quedarse en Sonora
Actividad minera en Sonora. Foto: Cuartoscuro.
Por: Luis Fernando Heras Portillo
Desarrollador de negocios turísticos, comerciales e industriales.
El litio, además de ser uno de los minerales más codiciados de los últimos años, es también una pieza clave para el desarrollo económico de México. Para ello, el yacimiento ubicado en Bacadéhuachi, Sonora, resulta fundamental para lograr los objetivos que plantea el actual Gobierno Federal. No obstante, es importante que antes de su explotación, se deje en claro de qué manera se beneficiará nuestro estado de las riquezas ubicadas dentro de nuestro territorio.
Desde el anuncio del descubrimiento del yacimiento a finales de 2019, el análisis sobre su importancia se ha dado en varios ámbitos, desde lo técnico hasta lo gubernamental y legislativo. Al respecto, el diputado plurinominal por Morena Miguel Torruco Garza ha compartido en sus redes sociales su opinión al respecto, donde menciona que “el litio es la llave energética del presente y futuro de México”, además de considerarlo clave para la “transición energética”.
Aunque es válido el planteamiento del también hijo del actual secretario de Turismo en México, Miguel Torruco Marqués, hay que prestar atención a lo que dice. Hace alusión al litio, afirmando que es el “nuevo petróleo” para México y que, por lo tanto, debe de ser manejado por la nación, concretamente por el Gobierno Federal. También hace la argumentación de que en Sonora ya se dieron concesiones a empresas extranjeras desde hace ya algunos años, para la exploración y explotación del litio.
Sobre el tema, no deja de tener razón en el sentido de que debemos de buscar el mayor de los beneficios para los mexicanos, pero sobre todo para los sonorenses, para que el litio efectivamente no solo sea la esperanza de México en materia energética, sino que también sea una plataforma de lanzamiento en la búsqueda de mejores niveles de ingresos para el país y de desarrollo para las comunidades, sobre todo en Sonora.
En ese sentido, concuerdo en que no me parece correcto que las compañías extranjeras, sobre todo las mineras, vengan, exploren, exploten, se lleven las riquezas naturales, y a nosotros solo nos dejen los problemas, la contaminación ambiental y muchos otros daños.
En México, la carrera por el litio está en marcha. Con reservas aproximadas de 243.8 millones de toneladas, empresas mineras, países y gobiernos mostraron interés por el potencial económico que representa el mineral de Bacadéhuachi, mismo que posee una extensión de alrededor de 100,000 hectáreas.
El litio es un elemento químico alcalino, metálico, de color blanco plateado, químicamente reactivo; en su forma pura es un metal blando. Es el más ligero en peso de todos los metales y de bajo punto de fusión.
Su mayor uso es en la fabricación de baterías eléctricas recargables para dispositivos tales como celulares, computadoras y tablets. Pero en los últimos años se ha incrementado su demanda para la fabricación de baterías para automóviles eléctricos como parte de los objetivos mundiales para reducir las emisiones de dióxido de carbono en la atmósfera, principal causante del calentamiento global. También es utilizado en la industria del aluminio, vidrio y cerámica, sistemas de aire acondicionado y en la farmacéutica.
Desde 2015, el gobierno de México explora yacimientos de litio en Sonora, Baja California, Jalisco y Puebla a través del Servicio Geológico Mexicano (SGM), pero también empresas de países como Canadá, Reino Unido, España y Australia exploran en Sonora y otros estados del territorio mexicano. Actualmente, se han otorgado 31 concesiones a empresas extranjeras para la explotación del mineral.
Al respecto, la postura del Gobierno Federal ha cambiado en los últimos años. Por ejemplo, Francisco Quiroga, quien fuera titular de la extinta Subsecretaría de Minería, dijo en su momento que se respetarán las concesiones ya otorgadas porque las empresas “comparten la idea de maximizar el valor agregado del litio”.
Por su parte, el presidente Andrés Manuel López Obrador comentó en 2020 que “no es necesaria la nacionalización” del mineral puesto que el Artículo 27 constitucional establece el dominio de la Nación sobre los recursos naturales que están en el suelo y en el subsuelo. No obstante, el presidente ha contrariado su postura, afirmando el pasado mes de febrero que su Gobierno no permitirá a extranjeros explotar el litio aunque tengan concesiones previas, optando ahora por la nacionalización.
Lo anterior deja a los mexicanos y sonorenses en medio de la incertidumbre, y nos deja con muchas dudas sobre si el yacimiento de litio en Sonora realmente dejará beneficios. Al incluirse como uno de los puntos clave en la contrarreforma energética, establece que el litio y otros minerales estratégicos no pueden ser concesionados y que deben explotarse de manera exclusiva por el Estado. Al respecto, también se establece que no se verán afectadas aquellas concesiones mineras que se encuentren vigentes a la fecha.
El punto es que, habiendo sido otorgadas concesiones en Sonora a empresas de China, Canadá y el Reino Unido, considero que el modelo que debería exponerse para la exploración y explotación del litio en Sonora y en México sea en una alianza público-privada entre el Gobierno Federal, el Gobierno del Estado, los municipios respectivos y empresas de la iniciativa privada que pongan la tecnología, la capacidad financiera y todo lo que se requiera para poder obtener un beneficio tangible, medible y confiable.
Si se pretende crear una empresa de gobierno llamada Litiomex o LitioSon —como se ha mencionado en los últimos meses—, entonces que se establezcan las reglas apropiadas para que gane el pueblo de México, para que gane el Gobierno de la República con ingresos que beneficien a los municipios y comunidades con inversión en infraestructura, educación, salud y otros rubros. Una opción clara y contundente antes de que se empiece la explotación del litio y su respectiva comercialización, el Gobierno de México, a través del Congreso de la Unión, y particularmente la Cámara de Diputados, puede establecer un impuesto a la extracción, comercialización y exportación de litio a favor de Sonora, equivalente cuando menos al 8% y hasta un 16% del valor del litio que se extraiga dentro de nuestro territorio, y hacerlo de la misma manera si la extracción es en otro estado del país. Es así como se hace en los países árabes, donde los extranjeros explotan el petróleo pero a los árabes les quedan una utilidad neta de las ventas de cada barril.
Es indispensable que deje en claro y haya consenso, desde un inicio, sobre el destino de los recursos provenientes de dicha industria. Que no nos vayan a salir otra vez con que el dinero se va al centro del país, tal como ha sucedido con las utilidades de las empresas mineras, que ingresan al Fondo Minero y se lo queda el Gobierno Federal para administrarlo según su criterio.
Considero que la solución debe situarse en un punto intermedio. Por ejemplo, ¿qué hacer con las concesiones que ya se otorgaron? Será necesario revisarlas de inmediato antes de que comience la extracción de litio. Actualmente, la mayoría de los proyectos de capital extranjero se encuentran en estado de exploración. Solo la empresa Bacanora Minerals Ltd, de Canadá y Reino Unido, cuenta con un proyecto en etapa de producción en la planta que lleva por nombre “Sonora Pilot Plant”.
Con visión a largo plazo, deberán hacerse los ajustes y las negociaciones respectivas y, desde luego, otorgar las concesiones necesarias, pero en conjunto con quien tenga recursos y tecnología para que el Gobierno también se vea beneficiado. Si se llegara a conformar Litiomex, que no se administre de manera política, pues corre el riesgo de terminar en quiebra, como la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y PEMEX.
En otras palabras, si se va a crear Litiomex, una empresa del pueblo mexicano, que se haga con inteligencia, con la mentalidad de exploración, de explotación, de comercialización de ese producto, pero que quede para beneficio de las regiones de donde se extrae. Que quede para el beneficio del país, pero en buenos términos. No en manos de políticos, no en gente que esté pensando en cómo sacarle ventaja o cómo llevarse ese dinero a otra parte. Que quede como algo claro, transparente, sencillo y elemental. Como una empresa productiva que genere utilidades y que provea beneficios a Sonora y México.
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