
El delicado debate de la intención de nacionalización del litio en Sonora y en México
En portada: Sierra de Bacadéhuachi, sitio donde se encuentra el yacimiento de litio más grande de México. Foto: Aaron Flesch

Por: Luis Fernando Heras Portillo
Desarrollador de negocios turísticos, comerciales e industriales.
¿Es el litio una panacea como mineral de uso masivo en la tecnología o un recurso que requiere una mayor investigación para ser nacionalizado?
A casi dos años desde el anuncio del descubrimiento del yacimiento de litio en la Sierra de Bacadéhuachi, Sonora, el mineral ha despertado el interés de mineras e inversionistas extranjeros, pero sobre todo el Gobierno Federal que, en aras de explotar el recurso, plantea nacionalizarlo.
El también llamado “oro blanco” por su uso en el proceso de fabricación de baterías o acumuladores de energía, parece encandilar la visión de los tomadores de decisiones, pues al ser un mineral poco conocido por los mexicanos, requeriría de tiempo, dinero y una amplia investigación para ser objeto de una acertada nacionalización en un mundo globalizado donde la confianza juega un papel determinante en las decisiones de los grandes inversionistas, tanto de este como de otros productos.
Lo anterior nos invita a ser serios y responsables con respecto a la exploración y explotación de nuestros recursos naturales, como es el caso del litio en Sonora.
Un interesante análisis realizado por el experto minero sonorense, Alberto López Santoyo, explica a grado de detalle y con argumentos la situación que podríamos enfrentar al mezclar la política del actual gobierno mexicano con sus decisiones, que cada vez con más frecuencia parecen contrariar a la ciencia y tecnología internacional, así como el funcionamiento en la realidad sobre la explotación y comercialización del litio.
En una video cápsula realizada para Mundo Minero, López Santoyo desmenuza con amplio conocimiento cuál es la realidad del litio sonorense, mismo que, de acuerdo con sus argumentos especializados, podría terminar por convertirse en una “llamarada de petate” o una “ilusión óptica” vista, legislada y administrada por políticos mexicanos y no por mineros, metalúrgicos, ingenieros, ambientales, técnicos nacionales y demás expertos en la materia, quienes deberían decidir con base en su conocimiento si vale la pena nacionalizar el litio.

La reciente -y al parecer errónea -decisión de intentar la nacionalización dicho mineral podría poner en riesgo la apropiada industrialización del litio sonorense. En suma, el hecho real y claro es que los grandes inversionistas no participan arriesgando sus multimillonarios proyectos cuando estos se encuentran limitados por el monopolio y control de un gobierno, particularmente con ideas de control estatal.
Entre los habitantes de la sierra sonorense existe un dicho popular que dice: “Por eso los hacen pandos, por montarlos antes de tiempo”, y este pudiera ser el caso de la exploración y futura explotación del litio en Bacadéhuachi y en México en general, pues de acuerdo con López Santoyo, el Servicio Geológico Mexicano explora yacimientos de litio también en Zacatecas, San Luis Potosí, Chihuahua, Puebla y Michoacán.
¿Quién en su sano juicio, dígame usted, estaría dispuesto a realizar inmensas inversiones en una empresa del Gobierno de México tras ser testigos de los dramáticos resultados de sus monopolios anteriores, nacionalizados también, como lo fue el petróleo en 1938 y la electricidad en 1958, para convertirse en empresas públicas propiedad del gobierno, como son Petróleos Mexicanos (PEMEX) y la Comisión Federal de Electricidad (CFE), ambos hoy en día con resultados catastróficos? Honestamente nadie.
A continuación comparto la interesante cápsula de Alberto López Santoyo, que invita a la reflexión sobre la verdad del litio en México y su futuro como industria nacional.