Desarrollo de la agroindustria en Sonora, paso a paso y producto por producto
Por: Luis Fernando Heras Portillo
Desarrollador de negocios turísticos, comerciales e industriales.
La agro-industrialización, definida como la producción, industrialización y comercialización de productos agropecuarios, es un proceso transformador en todos los sentidos: no solo se transforman los alimentos, sino también las vidas de quienes los extraen, de los consumidores y, en general, la economía de una región.
Este proceso, continuo e ininterrumpido, es el que debemos seguir los sonorenses para lograr paso a paso, producto por producto, potenciar la capacidad de nuestro estado para generar riqueza, empleos y oportunidades para prosperar en el beneficio de las actuales y futuras generaciones.
Todos conocemos y hemos consumido alimentos procesados. Tan solo observe usted con detenimiento lo que se vende en los pasillos de los supermercados, tiendas de conveniencia de abarrotes: desde latas de atún, sardina, frutas y verduras, bolsas de ensaladas, frascos de mermeladas, chiles y aceitunas. Y no se diga de las carnes procesadas y congeladas: carne de res, puerco, pollo, pescado, y camarón, tanto crudos como listos para comer.
El lograr transformar la materia prima en un producto final que se convierta en un envase de cristal, en una lata de aluminio o en un paquete de plástico, pero que lleve dentro producto procesado y con el sabor de la casa, es el camino a seguir para fortalecer a los productores sonorenses a través del valor agregado.
A grandes rasgos, el trabajo del agricultor, pescador o ganadero es sustraer de la tierra, del mar o de los animales el producto tal cual, obteniendo la materia prima como primer eslabón de la cadena productiva. Pero en Sonora, además de la abundancia de recursos agropecuarios, también existe el talento, el ingenio, la calidad y el conocimiento para continuar con dicha cadena e incursionar en el sector secundario, transformando los alimentos que se consumen aquí en Sonora, en cada ciudad, en cada pueblo y en cada rancho.
Entonces, no me digan que no podemos, que es imposible. Solo llegan a esos niveles y a esos estándares quienes se lo proponen, quienes convierten esta misión en un objetivo de vida, quienes luchan contra las adversidades y lo intentan. Claro ejemplo de ello son los productores de vino sonorense y de bacanora, quienes desde ya hacen su mejor esfuerzo por lograr conquistar el paladar no solamente de los sonorenses, sino de todo el mundo.
Es muy interesante todo el potencial que tenemos en Sonora muchos productos. En esta ocasión solo menciono la agroindustria, pero si consideramos lo industrial, el cobre que se extrae tan solo de Cananea y Nacozari de García, y que se exporta desde Guaymas hacia Asia y otras partes del mundo, podría procesarse para que aquí mismo se transforme en un producto final: cable ya procesado, fabricado y etiquetado, listo para ser distribuido a las grandes cadenas mundiales.
Los productos van a donde el consumidor los necesita. Sin embargo, los productos que viajan miles de kilómetros lo hacen fundamentalmente procesados. Es decir, que sufrieron un proceso de transformación que les permitió pasar de ser un producto primario a un producto terciario, con una mayor utilidad y margen de ganancia. Sé que existen miles de familias que consumen diariamente productos frescos, pero hay millones en el mundo que también consumen los productos procesados.
La agro-industrialización no se trata de un sueño guajiro ni una ocurrencia; son las vivencias empresariales las que le dan a uno una visión más amplia de las oportunidades que existen. Trabajar en el mundo de los negocios internacionales, viajar a otros países o incluso otras entidades de México, y ver el progreso y la riqueza que se generan, es una manera de comprender que los sonorenses no lo tenemos porque no queremos o porque no ha habido un plan estratégico desde el gobierno estatal. Debe ser una misión fundamental de cualquier gobernante buscar la multiplicación de nuestros activos, en este caso de nuestros productos, pero no solo para exportarlos tal como se cosechan o como se obtienen, sino transformarlos, convertirlos en algo más y hacerlos negocio.
Aunque nos sentimos orgullosos de lo que somos y de lo que producimos, creo que llegó el momento de la transformación, tanto la industrial como la agropecuaria. Tenemos todo el potencial para lograrlo. Es fundamental tener un plan estratégico permanente, transexenal, sin importar quién sea el gobernante en turno, pero que el progreso no se detenga. Con ello, Sonora será una potencia nacional e internacional en muchos productos donde ya tenemos gran calidad. Y no se diga que lo podemos ser en otros sectores, como el energético con los grandes proyectos de energía solar.
Tenemos mucho que hacer, tenemos mucho que dar. El mundo espera por la Marca Sonora, pero de nosotros depende transformar lo básico en un producto industrializado.