
María Cristina rescata el uso de la harina de péchita de mezquite
Foto: Magdiel Olano | La Campiña

Compartido por: Luis Fernando Heras Portillo
La vaina del mezquite o ‘péchita’ (del ópata ‘péchit’ que significa “fruto de mezquite”), es un ingrediente clásico de la cocina sonorense. Al molerla se obtiene un polvo similar a la harina que contiene un alto valor nutrimental. Con ella, los antiguos pueblos indígenas de nuestro estado preparaban atoles, galletas, pan, bebidas y más.
Lamentablemente, con la llegada del trigo y otros granos, el uso de la harina de péchita fue olvidándose, quedando solo en la memoria de algunos. Ante esto, la cocinera María Cristina Félix decidió rescatar esta tradición ancestral.

Perteneciente a la nación Comca’ac o Seri, María Cristina explicó en entrevista para revista La Campiña que hace aproximadamente 50 años la harina de trigo desplazó a la harina de péchita en su comunidad, pero esto ocasionó que los miembros de la etnia comenzaran a ser propensos a enfermedades como la diabetes e hipertensión.
“La harina de mezquite la hemos rescatado porque es una comida de antes, nuestros ancestros comían esa harina y no se enfermaban, esa harina era como una medicina que ellos consumían y en aquel tiempo no había obesidad, diabetes y muchas enfermedades que hoy tenemos”, relató.

De acuerdo con especialistas, a la harina de péchita podría considerársele como un ‘superalimento’, pues es rica en proteínas, calcio, potasio, zinc y hierro, además no contiene gluten y ayuda a regular los niveles de azúcar en la sangre.
A través de diplomados y charlas, María Cristina se ha convertido en una verdadera promotora de la cultura sonorense en el país, donde además de destacar el origen de este alimento y sus beneficios para la salud, también describe el proceso que la etnia Comca’ac sigue para elaborarla: en junio y julio se recolectan las vainas de mezquite, después se lavan, se desinfectan y se llevan a un molino para molerlas y producir el polvo que posteriormente se tamiza para obtener un producto fino y fácil de incorporar a las recetas.

Si bien esta harina es tradicional de los pueblos seris de Desemboque y Punta Chueca, María Cristina considera que puede ser consumida por cualquier población o grupo de edad, principalmente las nuevas generaciones.
“Más que nada es en los jóvenes, hay mucho interés en aprender y consumirla porque se pueden hacer muchas cosas (…). Yo sigo intentando que esto se vuelva a consumir pero a la vez hay gente que no son de la misma etnia y lo consume más que la propia etnia, ese es otro problema que tenemos que aclarar”, dijo.
Junto a María Cristina hay otras 12 mujeres en el trabajo de rescate del alimento, por lo que para este año esperan ofrecer taller a los jóvenes hablando no sólo en lo que tiene que ver con la harina, sino también con las comidas ancestrales de la región, sus beneficios para la salud y la conexión que ellas tienen en un plano más espiritual.
Fotos e información de Revista La Campiña