
“Se llama calma”: el inspirador texto del Dalái Lama para reflexionar sobre la paz interior
“Se llama calma y me costó muchas tormentas. Se llama calma y cuando desaparece, salgo de nuevo a buscarla”.
Así comienza uno de los poemas más conocidos del Dalái Lama (Tenzin Gyatso) que resulta bastante excepcional desde el punto de vista emocional y psicológico. Después de todo, solo cuando encontramos la paz mental podemos pensar y actuar con mayor claridad, precisión y armonía.
El Dalái Lama contó a Paul Ekman, uno de sus amigos más cercanos, que la esencia de la vida misma no suele residir en las personas que son demasiado apresuradas. La prisa, la preocupación, la envidia, el miedo o la ira pueden nublar la razón y obstaculizar nuestro camino a hacia la felicidad.

Nos guste o no, con la calma comienza todo. Es donde se encuentra el equilibrio psicológico. Una mente relajada y un corazón tranquilo son capaces de responder mejor a las dificultades de la vida.
Sin embargo, para lograr ese equilibrio interior se requiere de una gran fuerza de voluntad. Y fue precisamente este esfuerzo lo que motivó al Dalái Lama a escribir este maravilloso poema:
Se llama calma
Se llama calma y me costó muchas tormentas.
Se llama calma y cuando desaparece…. salgo de nuevo a buscarla.
Se llama calma y me enseña a respirar, a pensar y a volver a pensar.
Se llama calma y cuando la locura la tienta se desatan vientos salvajes que cuestan dominar.
Se llama calma y llega con los años cuando la ambición de joven, la lengua suelta y el estómago frío dan lugar a más silencios y más sabiduría.
Se llama calma cuando se aprende bien a amar, cuando el egoísmo da lugar al dar y el inconformismo se desvanece para abrir corazón y alma entregándose enteros a quien quiera recibir y dar.
Se llama calma cuando la amistad es tan sincera que se caen todas las máscaras y todo se puede contar.
Se llama calma y el mundo la evade, la ignora, inventando guerras que nunca nadie va a ganar.
Se llama calma cuando el silencio se disfruta, cuando los ruidos no son solo música y locura sino el viento, los pájaros, la buena compañía o el ruido del mar.
Se llama calma y con nada se paga, no hay moneda de ningún color que pueda cubrir su valor cuando se hace realidad.
Se llama calma y me costó muchas tormentas y las transitaría mil veces más hasta volverla a encontrar.
Se llama calma, la disfruto, la respeto y no la quiero soltar…
Con información de Psychology Spot y Exploring Your Mind